ACTIVIDAD 4: CREACIÓN LITERARIA CON Y PARA LOS NIÑOS DE EDUCACIÓN INFANTIL


CREACIÓN EN VERSO:

Edad de los receptores: 3 años.

La verdad, es que de los tres textos que teníamos que escribir para elaborar esta actividad, este es el que más pánico me daba.

Desde que en el colegio me mandaron memorizar la “Canción del pirata”, por José de Espronceda, me dejó de interesar la poesía. Primeramente, porque no encontraba sentido a que nos hicieran aprender el poema, y después, porque para comprobar que nos lo habíamos aprendido, la profesora nos hacía subir a la tarima una por una para exponerlo. A pesar de que lo memoricé a la perfección, cuando llegó la hora de recitarlo me quedé en blanco, solo era capaz de recordar algunas partes, y bajo la atenta mirada de la profesora, pues contaba para nota, hice lo imposible por hacerlo lo mejor que pude, aunque el resultado fue peor de lo que esperaba. Ese momento lo recuerdo con pavor, porque de pequeña era muy vergonzosa y fracasar ante tanta gente me hizo sentir pánico.

Lo cierto es, que el próximo contacto que tuve con la poesía fue un tanto curioso, pues se dio en el momento en el que en el Metro de Madrid empezaron a poner fragmentos de poemas. Aunque solo los leía ahí, los iba buscando por el metro, y cuando terminaba uno, me iba a por otro. Llevar a cabo esta actividad a aumentado mi interés por la poesía.

Elaborar este texto me ha producido mucha curiosidad, y, de hecho, ha sido el primero que he realizado. Me ha llamado la atención el hecho de que la poesía no necesita rimar, pues pensaba que era condición obligatoria. Después de leer el módulo docente y el artículo de “El pensamiento poético en la infancia”, me he dado cuenta de que tenemos que aprovechar este fantástico recurso en las aulas, desde Educación Infantil, sobre todo, para que trabajen la imaginación elaborando sus propios poemas. Digo sobre todo porque considero que es una facultad muy importante que hay que estimular. Y porque, como el propio artículo dice, artículo con el que, por cierto, no me que no puedo sentir más de acuerdo, los adultos tenemos mucha prisa en que los niños aprendan nuestro lenguaje cuanto antes. Actualmente, existe una continua búsqueda por la perfección, por querer ser el número uno en todo, y creemos que, por corregir a los niños desde sus primeros años de vida, van a tener más posibilidades de triunfar en ella, cuando lo único que estamos consiguiendo es dejar que su imaginación fluya. Si, por poner un ejemplo, un niño de tres años llama regadera a la jarra de agua, nosotros tenemos que dejar que la siga llamando así, no corregirle. Ya se dará cuenta cuando tenga ocho que no se llama así. Sin quererlo, está haciendo una metáfora que a muchos escritores les habría encantado que se les hubiera ocurrido a ellos. Tenemos que dejar que los niños creen, inventen, interpreten la vida como ellos quieran. Es maravilloso.

Con este poema, he intentado que todos los niños se sientan identificados, que cuando lo lea en clase, cada uno se pueda imaginar a los personajes que aparecen en su cabeza, y que, finalmente, todos juntos participen pronunciando la onomatopeya que he incluido. Aunque los niños sean aprendices, es importante que reciban textos en los que se respete la literatura, por lo que he incluido algunos recursos literarios para que les vayan sonando.

Texto:

Mamá es como mi hada madrina,
¡y papá como Supermán!
La abuela me hace los mejores macarrones del mundo,
y el abuelo, ¡es más bueno que el pan!
Todos nos queremos tanto
que gritamos de felicidad ¡Aaaah!
Y juntos llegamos más lejos
¡Que un cohete espacial!


Una vez leído el texto, les dejaría participar al máximo. Y, por ejemplo, les preguntaría:
  • ¿Qué sonido hace el cohete? Y, utilizando la mano, ¿qué movimientos hace?
  •  Para vosotros, ¿por qué mamá es vuestra hada madrina? 
  • ¿Cuál es el plato más rico que os hace vuestra abuela?
  • También les preguntaría si cambiarían algo del poema, pues puede que, para algún niño o niña, su padre sea Hulk y no Supermán.

CREACIÓN EN PROSA:

Edad de los receptores: 5 años.

Muchas veces no puede ser posible tener un rincón de lectura en clase en condiciones, que llame la atención de todos los niños, con variedad de libros, temas… Y en otras ocasiones, los medios del centro no son suficientes para tener una biblioteca infantil tan amplia como nos gustaría. Es por esto por lo que una de las soluciones que puede encontrar la maestra, es que ella misma cree sus propios libros.

He escogido este texto para crear el libro porque creo que, en un futuro, cuando nos encontremos en nuestra propia aula y tengamos que crear uno, el texto en prosa sea el que más va a llamar la atención de nuestros alumnos, pues a parte de porque lo hemos creado nosotras, porque contiene más dibujos, es más más largo y tiene más trama, por ejemplo, que la poesía, y porque consigue que todos puedan participar en él, al contrario que con el texto dramático.

Como hemos visto en la teoría de la asignatura, hay muchas opciones para la creación en prosa, tengo muchas ganas de poder utilizar todas las que tienen asteriscos con mis futuros alumnos, pues las ideas que pueden surgir de ahí pueden ser fantásticas. En este caso, me he decantado por la hipótesis absurda de Gianni Rodari.

He intentado adecuar el lenguaje literario a la capacidad del niño, incluyendo alguna broma que puede hacer reír a los niños dependiendo del tono de voz que se emplee. Considero muy importante, por no decir imprescindible, este factor a la hora de narrar una historia como esta, pues puede cambiar completamente la idea que se ha buscado. Por ello, es fundamental leer la historia antes de contársela a los niños.

Este texto lo he escrito pensando en una clase de niños de cinco años. Es a esta edad (aproximada) cuando se les empieza a educar y a adentrar en el mundo de los alimentos; qué es sano, qué no lo es tanto, cómo podemos llevar una vida saludable, qué hacemos para lograrlo… He elaborado esta historia con la finalidad de incidir en el desarrollo del niño hablando sobre un posible tema del curso.

Texto:


RAMÓN Y LAS VERDURAS

Carlos, Mateo y Ana son tres amigos que viven dentro de un frigorífico.

Carlos es de color verde y alargado, y también se le conoce como calabacín.

A Mateo sólo le llaman así sus amigos, los que no le conocen le llaman tomate.

Y Ana se llama zanahoria, pero no le gusta que le llamen así porque es un nombre muy largo y un poco raro.


El frigorífico en el que viven está en casa de un humano. El humano se llama Ramón, es muy revoltoso y un poco desobediente.

Un buen día, su madre le dijo:

– Hoy tenemos invitados a comer y he pensado que el menú va a ser el siguiente: de primero tomaremos crema de calabacín, de segundo filete con ensalada y de postre macedonia, ¿qué te parece?

– ¡No mamá! ¡A mi no me gustan las verduras ni la ensalada! ¡Yo quiero espaguetis con tomate! – respondió enfadado Ramón.

Carlos, Mateo y Ana sabían que a Ramón no le gustaban las verduras porque todos los días tenía la misma discusión con su madre.

– Pero hijo – le dijo su madre – no puedes comer espaguetis con tomate todos los días, te vas a poner malo. Es muy importante que comas verduras.

– Mamá, sabes que no me gustan, ¡no me gustan nada! No me gusta el tomate, ni la lechuga, ni el brócoli… pero, sobre todo, no me gusta nada el calabacín, y no me lo voy a comer nunca.

La madre de Ramón abrió el frigorífico muy triste, y pensó en qué plato con verduras podía cocinar que le pudiera gustar a Ramón. Pero no tardó mucho en cerrarlo.

Carlos, Mateo y Ana se pusieron manos a la obra, y empezaron a pensar en platos con verduras para Ramón.

– Mmm… ¿Y si preparamos una ensalada con cosas que le gusten? Patata, atún, maíz… – propuso Mateo.

– Ya Mateo, pero la ensalada también lleva lechuga y tomate, y tú no le gustas, lo ha dejado bien clarito – respondió Carlos bromeando.

– Bueno, pues entonces… ¡Ya sé! – exclamó Ana, ¡podemos hacer un batido de zanahoria! Le ponemos un par de hielos, una pajita… ¡Y le decimos que es el refresco de moda!

– ¡Puaj Ana! – se quejaron Carlos y Mateo – eso no te lo beberías ni tú.

– Pues seguro que está súper rico, y además lo agradecería, que todos nos estamos dando cuenta de que le está empezando a fallar la vista – añadió Ana un poco preocupada.

– Chicos, chicos, creo que lo tengo – dijo Carlos con cara pensativa – lo que más le gustan son los espaguetis ¿verdad?

– Si… – respondieron Ana y Mateo – ¿Qué se te ha ocurrido?

– Puede parecer una locura – agregó Carlos – pero podríamos hacer unos espaguetis de calabacín con salsa de tomate natural… ¿Qué os parece? ¡Seguro que ni se entera!

– No sé Carlos… Yo creo que… ¡Es la mejor idea que has tenido nunca! ¡Estoy convencida de que conseguiremos engañarle! Pero, yo también quiero que coma algo de zanahoria – se quejó Ana.

– ¡Tengo una idea! – exclamó Mateo – Si hay algo que a Ramón le guste más que los espaguetis, son las patatas fritas, así que ¡podemos hacer unos chips de zanahoria!

– ¡Nos encanta! – dijeron Ana y Carlos – ¡Vamos a prepararlo todo!

Los tres amigos, se esforzaron mucho preparando los platos, y cuando lo consiguieron, los dejaron preparados en una balda de la nevera.

Cuando la madre de Ramón abrió el frigorífico para coger la crema de calabacín y la ensalada para la comida, se encontró con esa sorpresa, pero no entendía nada ¿De dónde había salido? ¿Quién lo había hecho?

Ella sabía lo que era, lo reconoció nada más verlo, y no entendía como no se le había ocurrido antes.
Con mucha alegría, cogió los dos platos y se los puso a Ramón.

Ramón se los comió encantado y dijo – Mamá, estos espaguetis están riquísimos, no sé que les has puesto, ¡pero quiero que los hagas así siempre! Y las patatas fritas, ¡son las mejores que he comido nunca! ¡Muchas gracias por una comida tan rica!

La madre de Ramón sonrió, y Carlos, Mateo y Ana estaban muy alegres y orgullosos de su trabajo.

FIN

Es cierto que, al ser la historia un poco larga, elaborar el libro me ha llevado un poco más de tiempo porque la he escrito a mano. En total, he tardado una hora.

He utilizado cinco cartulinas de DIN A-3, cuatro de color blanco para el texto y una de color naranja para la portada y la contraportada. Cuando lleve los libros que cree para mi futura clase, los forraré para que aguanten el máximo tiempo posible.

La idea de cómo hacer el libro la he sacado de un vídeo de YouTube que pongo en la bibliografía.

Resultado del libro:

Elaboración:







CREACIÓN DRAMÁTICA:

Edad de los receptores: 4 años.

El texto dramatizado puede resultar un poco complicado porque la obra la van a llevar a cabo niños de infantil, por lo tanto, hay que tener muy en cuenta la edad a la que nos vamos a dirigir para saber qué tipo de frases podemos utilizar. Al ser edades tan tempranas, es imprescindible que haya un narrador para que les ayude a recordar sus textos, a decirles, si lo ven necesario, cuándo tienen que hablar o qué tienen que hacer.

En mis últimas prácticas he estado con niños de tres y cuatro años a los que les costaba mucho identificar sus emociones. Esto es algo muy común entre todos los niños de esa edad, menores e incluso mayores, no entienden el significado de estar triste, contento, enfadado… La profesora, realizó diferentes actividades relacionadas con el tema para que se fueran familiarizando con ellas.
Cuando he visto que en esta actividad había que crear un texto dramático, he pensado que la profesora, igual, pudo utilizar esta técnica con los alumnos. Y es por esto por lo que he aprovechado esta oportunidad para crear una obra de teatro sobre las emociones.

Como las emociones no tienen género, pueden interpretar el personaje tanto niños como niñas. He escogido únicamente tres emociones para que los niños no se confundan y tengan estas tres bien claras. Más adelante, en otra obra, se podrían meter otras tres emociones, así, hasta haber incluido todas, además, de este modo, participarían todos los niños del aula. Por otro lado, me parece buena idea que se disfracen de emoticonos, seguro que todos los conocen, y además, es un disfraz muy fácil de hacer, ellos mismos podrían ayudar a elaborarlos. Pienso que estaría bien que cada niño hiciera un único papel hasta que se hayan hecho todas las obras. De esta manera, serán capaces de relacionar a los compañeros con una única emoción y se acordarán de qué hicieron, cómo actuaron, qué emoticono llevaban puesto… Una vez terminadas las obras, la profesora les podría preguntar qué emoción les gustaría ser y qué les gustaría decir, considero oportuno que no fuera la misma para que se familiaricen con otra nueva.

Personajes de la obra:

Narrador: El profesor.
Alegría: Alumno/a.
Tristeza: Alumno/a.
Temor: Alumno/a.
Jirafa: Alumno/a.
Jirafa pequeña: Alumno/a.
Trabajador: Alumno/a.

Texto:

NARRADOR: Alegría, Tristeza y Temor están en el zoo viendo los animales.

ALEGRÍA: ¡Qué contenta estoy! ¡Qué suerte que estemos los tres juntos en el zoo! ¿Queréis que vayamos a ver a las jirafas?

TEMOR: ¡No por favor! Yo no quiero ir a verlas, son tan grandes… ¡Imagínate que nos comen!

ALEGRÍA: Temor, no va a pasar nada, si quieres les llevamos unas manzanas ¡Ya verás qué divertido!

NARRADOR: Alegría, Tristeza y Temor fueron a ver a las jirafas.

TRISTEZA: Qué altas son… Pobrecitas. Seguro que están cansadas de ser tan altas, no pueden ver qué pasa aquí abajo.

TEMOR: ¡Mejor que no nos vean Tristeza! ¡Así no nos pueden hacer daño!

ALEGRÍA: Las jirafas son muy buenas, ¡no hacen daño! Mirad.

NARRADOR: Alegría le da una manzana a la jirafa y… ¡Se la come de un bocado!

TRISTEZA: Mira qué rápido se la ha comido… Estoy segura/o de que están muertas de hambre.

TEMOR: ¡Pero si casi te come la mano Alegría!

TRISTEZA: Y además Alegría casi se queda sin mano, esto no ha sido buena idea…

NARRADOR: Un trabajador que pasaba por ahí escuchó lo que Tristeza y Temor decían, les dio una manzana a cada uno e hizo que una jirafa pequeñita se acercara. Con la ayuda de Alegría, consiguió que Tristeza y Temor le dieran de comer.

ALEGRÍA: ¡Habéis visto que guay! Ha sido increíble chicos, ¡lo habéis hecho genial!

TEMOR: ¡Qué miedo me ha dado! Menos mal que sigo teniendo mi mano.

TRISTEZA: A mi me siguen dando pena… Qué hambre deben de pasar.

NARRADOR: Los tres amigos disfrutaron de su visita al zoo, ¡aunque unos más que otros! Y volvieron a casa a contarles a sus padres el día que habían pasado.

FIN

BIBLIOGRAFÍA:

- Labajo, I (2018). Apuntes de literatura infantil.
- Labajo, I (2018). El pensamiento poético en la infancia.
- Malden, J. (2012). How to make a ScrapBook. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=yNPPOj3bh7k&t=194s

Comentarios

  1. Está bien, Teresa, aunque para que sea perfecto, deberías tener en cuenta lo siguiente:

    - Tienes que decir cuál de las estrategias de la teoría has utilizado en cada texto y por qué.
    - El texto en prosa realmente es paraliterario. Está muy enfocado a que los niños corrijan un comportamiento: no querer probar alimentos que seguramente les encantarán.
    - El texto dramático también es paraliterario. Tiene enseñanzas explícitas.
    La introducción, sin embargo, está fenomenal.

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    1. Muchas gracias Irune. Añadiré las estrategias que he utilizado. En cuanto a los textos en prosa y dramático, ¿también los tengo que cambiar?

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